LA OTRA HISTORIA DEL CHE
O’DONNELL,
P.; Che, Barcelona, Debolsillo, 2005.
JUAN PEDRO ROMERO BENÍTEZ
Historia de América
Universidad
de Cádiz
El
presente escrito está centrado en la vida del argentino Ernesto Guevara de la
Serna, atravesando las líneas de su “otra historia”, desde el punto de vista de
las personas más allegadas a él y a su causa. Esa historia oral que muestra la
realidad de este personaje histórico desde una perspectiva cercana a su forma
de ser y a sus experiencias vitales, que han incidido tanto en el devenir de
los nuevos tiempos como en los espíritus más inquietos.
Ernesto Guevara de la Serna nace en
Rosario, el 14 de junio de 1928. Esta fecha es la oficial de la partida de
nacimiento pero, según algunos indicios, se piensa que el parto se produjo un
mes antes, y que falsearon el dato para ocultar la verdadera fecha del
embarazo. Ya desde el nacimiento, sea o no por mera coincidencia del destino,
el futuro Che nace rompiendo con las normas sociales y con lo que era
políticamente correcto para la gran masa de la sociedad. El carácter y la
personalidad ruda de Ernesto se fueron forjando desde muy pequeño, con la
actitud poco protectora que ejercieron los padres sobre él, que pretendían que
sus hijos cogieran confianza en ellos mismos, incluso a golpes y porrazos.
Además, el asma lo acompañará como fiel compañero de viaje, creándole
verdaderos episodios de crisis que lo torturaran durante toda su vida. Según su
compañero de viaje y amigo, Alberto Granados, el Che siempre se caracterizó por
despreciar el peligro y tener la necesidad de arriesgar más que nadie: “Era valiente, no suicida”.
La familia de Ernesto era una familia
de clase media de la sociedad argentina. Su padre era Ernesto Guevara Lynch, un
hombre de negocios que tenía muchos altibajos económicos y cuyos negocios no
eran del todo rentables, y su madre, Celia De la Serna, cuyos orígenes
procedían de una ilustre familia española y cuyas rentas heredadas servirán muy
a menudo para ir tirando frente a las desavenencias económicas que golpearán a
la familia Guevara-De la Serna. Muchas de estas crisis económicas familiares se
darán debido a que la familia llevaría una vida “trashumante” buscando el clima
más propicio para el asma que padecía “Ernestito”.
Sus vidas transcurrirán en diferentes lugares cercanos a Alta Gracia, Buenos
Aires, Rosario, etc. Este nomadismo será uno de los rasgos que caracterizarán a
Ernesto en un futuro y que lo llevarán a viajar por muchos lugares.
A medida que Ernesto va creciendo y
durante toda su vida lee de una manera intensiva y se impregnará de autores
cuyos pensamientos envolverán su figura. Tales autores, propios de su
romanticismo, como Neruda o Quiroga y filósofos como Albert Camus o Faulkner,
entre otros. Algo muy curioso es su estrecha relación con las obras de
Cervantes o de Quevedo, cuyas frases célebres incluirá en futuras cartas
escritas a su familia cuando se encontraba en plena guerrilla tanto en Bolivia
como en Cuba. En algunas de sus cartas se podía leer: “…otra vez me siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo
al camino con mi adarga al brazo.” Era un empachado de la lectura porque
tenía la capacidad de transformar lo negativo en positivo. Cuando Alberto
Granados lo conoció llevaba un cuaderno donde ponía todo lo que había leído hasta
entonces y las obras que le faltaban por leer. A este cuaderno lo llamaba
“Diccionario Filosófico”[1].
Sus amistades más cercanas cuentan
que no era fácil ser amigo de Ernesto Guevara porque era muy crítico. Era una
de esas personas a las que se les quiere o se les odia, no había término medio.
Si algo no le gustaba o iba en contra de sus principios no dudaba en dar la
cara y decirlo de frente. Esta rigurosidad la aplicará consigo mismo hasta tal
punto de aplicarse muchas normas a su persona para ponerse en el lugar del
trabajador sin derechos. Con esto quiero decir que incluso siendo Ministro de
Industria de Cuba, era capaz de enfadarse cuando le ofrecían algo que se podía
interpretar como un privilegio. Eran cosas privadas de las que él no alardeaba
y que nadie sabía, solo su círculo más próximo. En el plano sexual se puede
decir, viendo su vida, que era una persona muy enamoradiza. Era guapo y las
mujeres lo buscaban más a él que a otras personas y, según sus amigos, Ernesto
no era muy exigente en cuanto a la belleza; “entre
una fea fácil y una bonita menos fácil, iba por el camino más corto”.
El deseo de viajar fue lo que lo
unió a Alberto Granados en su primer viaje por Latinoamérica. Hicieron un pacto
entre los dos; tratarían de llegar hasta Caracas, pero a los amigos y
parientes, si no cumplían el objetivo, les dirían que su meta era Chile, para
evitar así risas entre los familiares. Es algo curioso; salieron desde Córdoba
el 29 de de diciembre de 1951 y como curiosidad decir que eligieron esta fecha
para evitar el día 28, para que la gente no creyera que era una broma del día
de los Inocentes. En el momento de partida, Alberto Granados era el capitán, por
ser el mayor, apodado por Ernesto “Mial”,
de mi Alberto, y Guevara era “Fuser”, de Furibundo de la Serna, apodo que se ganó en sus buenos partidos de
rugby. Durante ese majestuoso viaje a lomos de una moto llamada La Poderosa II[2],
Alberto se fue dando cuenta que "Ernestito" se estaba volviendo Ernesto Guevara y
que sus rasgos lo convertirían en el futuro Che.
La andadura por Latinoamérica
deparará al Che experiencias que forjarán su personalidad. El y su compañero
iban de un sitio a otro con poco dinero,
“comiendo de vez en cuando, cada vez que un alma caritativa se apiadaba de
nuestra indigencia”. Uno de los episodios que lo marcará será la visita a
la mina chilena de Chuquicamata porque será una experiencia decisiva para su
concienciación política. Una de sus frases sobre la fuerza de trabajo imperante
en estos lugares será: “Gringos
imbéciles, pierden millones de pesos por un día en una huelga para negarle unos
centavos a un pobre obrero”. Luego seguiría el camino hacia Bolivia donde
tuvo un gran contacto con la miseria de los pueblos indígenas y las
insalubridades de una raza “derrotada” el capitalismo. Su odio hacia el
imperialismo y Estados Unidos aumentaba conforme iba viendo las injusticias que
encontraba a su paso. Había comenzado a sentirse hermano de las razas
conquistadas por el capitalismo y había buscado al culpable. Así, viendo la
situación Latinoamericana y comparándola con la Argentina de Perón, veía al
peronismo bajo una perspectiva más favorable que cuando emprendió el viaje.
Nadie imaginaba en aquel momento que Ernesto Guevara iniciaría en ese viaje un
camino que marcaría al mundo entero y que encontraría su fin, casualmente o no,
en las penurias bolivianas.
En plena guerrilla de liberación, en
Sierra Maestra, el ya Comandante Che Guevara era un hombre muy cuidadoso y su
condición de jefe tampoco le permitía darse ningún privilegio. Todos querían
agradecer al argentino su implicación en la causa cubana a base de comidas diferentes
a la de su regimiento, algo que el Che nunca permitiría y se enojaría por ello:
“Idiota, cuando todos los soldados
alcancen un pan, entonces tú le traes un pan al comandante”[3]. En una ocasión compró un
caballo a un hacendado de la zona, creyendo el hacendado que lo utilizaría para
montar en él y, en vez de eso, lo sacrificó y ese día todo el regimiento comió
carne, ya que la carne para ellos era cuestión de vida o muerte, debido a la
situación tan precaria que vivían. Tampoco descuidó nunca la formación de sus
hombres, ya que quería formar mentes que sirvieran a Cuba una vez terminara la
Revolución. Estimuló el estudio en sus hombres, que eran casi todos
analfabetos. De ello da testimonio, según nuestro autor, un excombatiente
apodado “Dive” que hablaba de que el Che les dio clases particulares para que aprendieran
a leer y a escribir y poder desempeñar mejores funciones para la liberación
cubana. Aquí vemos el espíritu del Che; para él no era suficiente la
responsabilidad que tenía con la guerrilla sino que era de gran importancia que
sus hombres estuvieran formados.
Para el Che lo primero,
indiscutiblemente, era la revolución. Vivía para ella. De hecho terminó
muriendo por ella, con una causa que en teoría no era la suya, pero su causa
era la causa de la condición humana, de los derechos. Siempre estuvo claro que
para él el objetivo final era la revolución en América y por ello su presencia
en Cuba fue solamente temporal. Cuando fue a África lo hizo porque consideraba
que en ese momento el Congo era el eslabón más débil del imperialismo. A la
causa revolucionaria entregó finalmente su vida y su revolución era una
revolución “de frente”, a la cara de los americanos y nunca dándoles la
espalda, sino plantándoles casta y valor. Según palabras de “Urbano”[4], el Che tenía tres
virtudes esenciales en un jefe guerrillero: estrategia, valentía e
inteligencia. Otra de sus características era sus condiciones humanas, hasta
tal punto de compartir medicinas con algún preso adversario o mandar que
curaran antes a un enemigo que a él. En una ocasión la mujer del Che, Aleida,
ya terminada la Revolución, le pide a uno de los excombatientes amigo del Che
que les deje algún dinero para quedarse en una pensión porque el Comandante no
quería decirlo por vergüenza. En ese momento el amigo del Che (Eliseo) no duda
un instante y paga una noche en un hotel a la pareja. Lo curioso de todo esto
es que en ese momento el Che es Presidente del Banco Nacional y no tenía dinero
ni para pagar el hotel ni comida ni nada.
Mucho se ha escrito y especulado del
final del Che. Hay muchas versiones difusas y con informaciones erróneas y un
secretismo que perdura aún en las conciencias de hoy en día. En este presente
escrito nos vamos a referir a las conclusiones llevadas a cabo por el biógrafo
Pacho O’Donnell, cuyo padre fue médico del Che en la infancia y cuyo entusiasmo
por su figura lo ha llevado a investigar en los rincones más inhóspitos que
podamos imaginar. A continuación se enumerarán algunas de esas historias
relatadas, esa “otra historia” morbosa y que resulta interesante:
En Bolivia, abandonado, asmático y
sin medicamentos, exhausto, hambriento y sediento, el Comandante desfilaba
hacia su propio calvario. En octubre de 1967 diecisiete combatientes de la
guerrilla bolivariana estarán atrapados en una zanja, durante cuatro días sin
moverse, viendo pasar a efectivos del Ejército Boliviano por delante de ellos.
Cuando tenían cercados a los insurrectos dio orden de disparar y en un fuego
cruzado alcanzaron al Che en la pantorrilla, otra de las ráfagas le dio en la
boina y la atravesó. En ese momento el Che pidió por su vida: “no disparen, soy el Che Guevara y les soy
más útil vivo que muerto”[5].
Una anécdota curiosa fue cuando, una
vez capturado y arrestado, Gary Prado le ofrece un cigarrillo rubio marca Pacific y el Che lo rechaza porque
prefiere un tabaco más fuerte; entonces uno de los soldados le da un Astoria, tabaco negro.
Otra de las anécdotas de Gary Prado,
en una de sus conversaciones con “su prisionero”, es que a Ernesto le habían
robado dos relojes Rolex, algún soldado de los rangers. Una vez muerto el Che
quedaron en poder del capitán boliviano y según él: “no sé dónde han ido a parar”. Pero algunas versiones dicen que uno
de ellos lo regaló a uno de sus superiores.
El mayor Ayoroa, un militar que
registrará al Che una vez capturado, contará que en uno de sus registros mandó
al Comandante que se pusiera de pié para palparlo y encontró en uno de sus
bolsillos un huevo duro. Seguramente la única comida de aquel fatídico día del
8 de octubre, cuando fue apresado. Seguidamente Guevara es despojado de sus
pertenencias: su diario de campaña, libros de historia y geografía bolivianas,
mapas de la zona hechos por él, documentación personal, una pistola alemana
calibre 9mm con cargador, una daga Solingen, dos pipas (una de fabricación
casera), una cartera con dinero que portaba dos mil quinientos dólares y veinte
mil pesos bolivianos, que según algunos testimonios, serán repartidos entre los
oficiales.
La noche antes de su muerte el Che
recibirá buenos y malos tratos. Algunos militares lo convidaran a cigarros y
otros, bajos los efectos del alcohol, victoriosos por su apresamiento, lo
tratarán a culatazos con sus fusiles. Esa misma noche del 8 de octubre el
presidente de Bolivia, Barrientos, convoca una reunión militar de gran nivel.
Concluida la reunión envía la instrucción cifrada a La Higuera a través del
Coronel Zenteno, que era quien tenía la capacidad de decidir quién iba a
disparar al Che, aunque la orden no era obligada y la acción sería para el que
se presentase voluntario. Había que hacerlo. A las 7 de la mañana llegará
Zenteno a La Higuera acompañado de un agente de la CIA[6] con nombre falso: Capitán
Ramos, aunque en realidad este agente se llama Félix Rodríguez.
Suena el teléfono en la centralita
improvisada de La Higuera y dan la trágica orden con la clave
<<500-600>>. <<500>> significa Comandante Che Guevara y <<600>> significa ejecutar. En la ejecución del Che todos
los militares se ofrecen a llevar a cabo. El Coronel Zenteno elige, al azar,
pues no conoce a nadie, al sargento Terán[7]. El Che dirá a su verdugo:
“Dispara cobarde, vas a matar a un
hombre”. Lo que nos hace pensar que lo que quiere decir es que va a matar a
un valiente.
Informe
de la autopsia realizada por el ejército boliviano[8]
EDAD: aproximadamente 40 años.
RAZA: blanca.
ESTATURA: 1,73 cm aproximadamente.
CABELLO: castaño, ondulado, bigotes y
barba igualmente
ondulados, cejas pobladas.
NARIZ: recta.
LABIOS:
delgados, boca entreabierta con manchas de
nicotina, falta del premolar
inferior izquierdo.
OJOS: ligeramente azules.
CONSTITUCIÓN: regular. Extremidades: pies y manos bien con-
servados, con una cicatriz que cubre casi todo
el
dorso de la mano izquierda. Al examen ge-
neral presenta las lesiones siguientes:
1. Herida de bala
en la región de la clavícula izquierda, con salida en la región escapular del mismo lado.
2. Herida de bala
en la región de la clavícula derecha, con fractura de ésta, sin salida.
3. Herida de bala
en la región costal derecha, sin salida.
4. Dos heridas de
bala en la región costal lateral izquierda, con salidas en la región dorsal.
5. Herida de bala
en la región pectoral izquierda entre la novena y la decima costilla, con
salida en la región lateral del mismo lado.
6. Herida de bala
en el tercio medio de la pierna derecha.
7. Herida de bala
en el tercio medio del muslo izquierdo en el sedal.
8. Herida de bala
en el tercio inferior del antebrazo derecho, con fractura de cúbito.
La muerte fue causada por las
heridas del tórax y por la hemorragia subsiguiente.
Anexo del comunicado:
La comisión de técnicos destacados
por el gobierno argentino, a petición del gobierno boliviano, para confirmar
por las huellas digitales la identificación de los restos de Ernesto Guevara de
la Serna, atestiguará que efectivamente se trata de él.
Firman los doctores Moisés Abraham y
José Martínez Osso.
El cadáver de Guevara se expuso en la lavandería del
hospital de Nuestra Señora de Malta en Vallegrande y fue sometido a una
limpieza y a corte de pelo y acicalamiento general para que los periodistas
internacionales observaran bien la imagen del Che y la “heroica” captura que
había hecho el ejército boliviano. Su expresión de muerto que mira al infinito
quedó inmortalizada por el fotógrafo Fredi Alborta[9].
.
Del mito del Che, de su personalidad llevada a máxima
exponente de rebeldía e inconformismo, también se ha escrito mucho. Pero no
cabe duda que la fotografía que más ha calado en todas las sociedades actuales
y, sobre todo, en los jóvenes es la hecha por Korda, que incluso fue fotógrafo
oficial del gobierno cubano. El día que Korda hizo esa magnífica foto trabajaba
con una cámara Leica con una lente de 90mm. Fue una foto de improviso, en un
acto oficial del gobierno cubano y el Che se adelantó a una baranda mirando a
la muchedumbre. En ese justo instante Korda disparó una primera vez en
horizontal y otra vez verticalmente. Fueron pocos segundos. Según su propio
testimonio ese día ningún fotógrafo pudo hacer una sola foto al Che. Cuando
llevó la foto al periódico, casualidades de la vida, no interesaba para su
publicación y Korda hizo unas copias y las guardó durante años.
Un día cualquiera invitó a un editor
italiano a su casa llamado Giangiacomo Feltrinelli. Este señor vio la foto del
Che y le gusto mucho, tenía gran olfato periodístico. Korda se las regaló. Tres
o cuatro meses después de esa visita el Che es capturado y asesinado en Bolivia
y Feltrinelli aprovecha esta situación para imprimir un poster grande que se
vende a un ritmo frenético. Años después en una entrevista a Korda dirá: “Esa imagen comenzó a difundirse en todo el
mundo hasta ser la foto más reproducida en la Historia de la Humanidad. Yo
jamás cobré una regalía por ello”.
La intención de este escrito es
acercar la figura del Che a los que no tienen mucho conocimiento de ello, pero
desde un punto de vista humano, contrario a los concomimientos políticos y
estratégicos que aportan otros documentos sobre su imagen. Algo de lo que hay
escrito mucho y de lo que cada uno hace una interpretación positiva o negativa,
tendente a encasillar su figura dentro de las políticas anti-imperialistas o
incluso a veces un poco cercanas a ellas. Ese no es nuestro tema.
Existen muchos relatos falsos que
llevan la figura del Comandante a la de deidad y otros relatos que lo llevan a
lo más cruel y feroz del sentimiento
humano. Eduardo Galeano, el literato uruguayo, escribirá una vez[10]:
¿Por qué será que el Che tiene esa peligrosa costumbre de
seguir naciendo? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un
mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se
encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
La imagen del Che ha recorrido todo
los rincones del mundo. Es una imagen que muchos jóvenes llevan grabada en sus
camisetas, en sus pegatinas de los libros de estudio o en estampas. Si
preguntas a muchos de ellos te dirán dos o tres rasgos característicos de la
causa del Che, otros muchos no dirán nada. Casi todos sabemos que el Che está
ligado a la revolución, pero ¿Qué revolución? Cada persona lleva esta imagen
hasta el lugar donde quiere ejercer algún tipo de rebeldía, ya sea moral o
física, pero, ¿En realidad todos saben
algo sobre este peculiar personaje histórico? Hay que contestar aún a muchas
preguntas. A través de estas páginas podemos resolver un poco las dudas sobre
la mitificación del Che, que muchas veces no se ajusta a la realidad. El Che,
como gran guerrillero, apoyaba una causa a base de violencia y derramamiento de
sangre. Una causa que se justificaba con un corazón inquieto y con sus ideales
de “patria o muerte”, pero que en algunos sectores de la sociedad ha calado de
forma negativa y quedan vestigios de los males de la Revolución que “Fuser” llevó a cabo. Sin duda alguna
este corazón incansable, indomable y asmático es un ejemplo de superación, del
que todos podemos coger lo que mejor se asemeje a nuestro ideal de
revolucionario.
“Se paga muy caro el ser inmortal. Tiene uno que morir en vida muchas
veces”
Nietzsche
[1]
O’DONNELL, P.; Che, Barcelona,
Debolsillo, 2005. pp. 51-55. Entrevista realizada por el colaborador de Pacho
O’Donnell, Coco López, en La Habana a Alberto Granados, en mayo de 1997.
[2] Era una moto de 500cc., propiedad de
Alberto Granados, que anteriormente había tenido una llamada Poderosa, de ahí
su nombre. La tuvieron que “jubilar” en una población llamada Cullipull, en
Chile, y seguir su viaje a dedo o andando.
[3]
O’DONNELL, P.; Che, Barcelona,
Debolsillo, 2005. pp. 154-162. Entrevista realizada por el autor al cubano
Mariano Rodríguez Herrera, investigador de la campaña del comandante en Sierra
Maestra. México D.F., en mayo de 2002.
[4] Leonardo Tamayo, alias Urbano,
subjefe del pelotón suicida en el ataque a Las Villas y uno de los tres
supervivientes cubanos de la guerrilla del Che en Bolivia.
[5] Testimonio de Gary Prado, capitán de
los Rangers bolivianos en 1967. Entrevistado por Pacho O’Donnell en México
D.F., en mayo de 2002. Actualmente es General retirado y embajador ha sido
embajador de su país.
[6] El
informe secreto de la CIA lleva la identificación en español “Inspector
General-15 2015”.
[7] El sargento Mario Terán dará el único
testimonio de los hechos de la muerte del Che a Antonio Arguedas, Ministro del
Interior boliviano por entonces. Su relato textual fue el siguiente, según
cuenta Arguedas: “Cuando llegué al aula el Che estaba sentado en un banco. Al
verme me dijo: -Usted ha venido a matarme. […] Yo no me atrevía a disparar. En
esos momentos vi al Che grande, muy grande, enorme. - ¡Serénese y apunte bien! […] Recobré el
ánimo y disparé la segunda ráfaga que le alcanzó en un brazo, en un hombro y en
el corazón. Ya estaba muerto.
[9]
Boliviano de nacimiento y famoso
por la foto que realizó al Che en la lavandería del hospital Nuestra Señora de
Malta. Además abordó temas de paisaje andino y del mundo del cine.
[10]
O’DONNELL, P.; Che, Barcelona,
Debolsillo, 2005. p. 543.